martes, 17 de septiembre de 2024

Expósito expuesto

  

  

El deber de un periodista es analizar la realidad desde todos los ángulos y el fenómeno de la inmigración ilegal ha de ser abordado precisamente así, como complejo que es. La pregunta es ¿lo hace Expósito? No.

El fenómeno que se ha venido a llamar de inmigración es muchas cosas. En primer lugar, es un medio de lucha geopolítico, un arma de guerra híbrida que usa el tirano marroquí, que abre o cierra el grifo de ilegales a conveniencia por intereses puramente geopolíticos. Una permanente amenaza sobre el Estado español, que sabe usar ante un gobierno débil y acobardado. Tan cierto es, que el problema no existiría si el marroquí no quisiera.

En segundo lugar, es un negocio. Un negocio que produce pingües beneficios a las mafias que trafican con personas, que pagan muy caros sus pasajes; y un negocio también para las ONGs que reciben millones y millones de euros sin que haya una mísera auditoría, y que tienen el máximo interés, por lo mismo, en que el flujo de personas ilegales no pare.

En tercer lugar, es una verdadera estafa. No son refugiados, no vienen de ninguna guerra. No son náufragos, los traen barcos nodrizas hasta las mismas costas. No son emigrantes, porque no vienen familias, solamente hombre en edad miñlitar. No son MENAS, un altísimo porcentaje no son menores aunque se declaren como tales.  Lo que sucede es que saben muy bien que las ayudas que reciben del Estado Español superan los salarios de su países de origen y son una carga para un país con tres millones de parados, con una juventud desempleada con números de récord en la UE. ¿Podemos pagarla? ¿Hasta cuándo?

Todo esto lo ignora Expósito cuando susurra como un mal doblador de cine B a las siete de la tarde y, por desgracia, sus colegas periodistas son tan parciales y ciegos como él. 

Mientras, las mafias, los que viven de esto y los que esperan los votos del futuro se frotan las manos.

Delenda est Hispania