sábado, 13 de febrero de 2010

Galleguear

Ahora que ya no está de moda el racismo, y que algunos se tientan las ropas antes de utilizar viejas etiquetas xenófobas, parece que aún subsiste, sin embargo, barra libre para meterse con una idea de lo gallego, y por ende con los gallegos.
Hoy mismo, en las páginas de opinión del ABC, se descuelga una de sus plumas acusando a Rajoy de "galleguear", actitud que equipara a la "estolidez y parálisis mental". Increible. Hoy nadie usa etiquetas claramente xenófobas e injustas para referirse a otros pueblos de España, nadie les llama a los catalanes avaros ni a los andaluces vagos. Nadie se atrevería a tanto. Sin embargo, en un artículo que desmerece al periódico que lo publica, el señor Prada vomita rancias sandeces sin sonrojarse.
Y no es la primera vez que en la Opinión de este periódico se utiliza ese cliché atávico, hasta Ignacio Camacho se quejaba un día, sin venir a cuento, de la grosera prosodia de un anuncio de marca de coches, por que el acento era gallego. ¿Acaso su prosodia cerradamente andaluza era mejor? ¿Existe en la fonología el concepto "grosero" para definir parámetros prosódicos, o era más bien un antiquísimo prejuicio, que no se les va ni con jabón? Permitan que les conteste: era el sempiterno prejuicio de las Españas.
Lamentablemente, el mismo día Martín Ferrand, gallego de nación, asume sin rubor tales clichés diciendo que el atraso de Galicia se debe al exceso de prudencia de los gallegos. Hace falta estar alienado de verdad, ser del mismísimo Marte, para decir que el atraso secular de Galicia se debe a nuestra idiosincrasia. Cuando Galicia tenga el AVE, Anadalucia y Madrid ya llevarán 30 años disfrutando la alta velocidad, pero eso se debe a nuestro carácter, claro, no al carretaje de votos. Y como este ejemplo, todos.
Uno esperaba otra cosa de la columna de opinión de este periódico.