miércoles, 7 de mayo de 2014

Roberto el ladino

No se puede juzgar el pasado con la mentalidad del presente. aunque es un error que se ve todos los días.
Un tal Robert Fisk ha escrito un articulito el The Independent este domingo en el que, al paso de la proposición de que a los sefardíes se les conceda la nacionalidad española, se pregunta, con muy mala baba, por qué no se hace lo mismo con los descendientes de los moriscos, y se contesta él mismo, porque es muy listo, diciendo que se debe a que a España, a la que califica como país en bancarrota, le interesan los judíos por la pasta, y, sin embargo, no nos interesan los descendientes de los moriscos porque no tienen un chavo.
La tesis mezquina de Fisk busca el efecto deseado usando tópicos sobre la época feliz de la dominación musulmana en España, y lo malos que fueron los españoles al echarlos.
¿Fueron malos los españoles al echarlos? Sin duda, es algo execrable, pero este hecho se dio en diferentes países de Europa a lo largo de los siglos, y no fueron los españoles los primeros. Doscientos años antes que los españoles, los ingleses, o más bien si se quiere Eduardo I el piernas largas, cuyo edicto ilustra estas palabras, había expulsado a todos los judíos de Inglaterra, que aún tardarían 350 años en volver a Inglaterra, bajo el gobierno de Cromwell y lo hizo por humanidad sino para poder financiarse. Durante toda la edad media no se puede ver a un solo judío en Inglaterra, y tanto Marlowe en "El judío de Malta" como Shakespeare en "El mercader de Venecia" hablan de oídas al referirse a los judíos, como reconocen los especialistas, pues no había judíos en Inglaterra.
Vayamos ahora a la cuestión central: ¿por qué a los sefardíes y no a los moriscos? Bien, quizás sea, porque los sefardíes mantuvieron y mantienen una identidad española a lo largo de los siglos, cosa que no ocurre con los moriscos, que no mantuvieron esa identidad, ni formaron comunidades parecidas, ni conservaron una variante del español, como lo hicieron los sefardíes con el ladino.
Dice muchas más tonterías el tal Fisk, pero no se merece más comentarios.