martes, 29 de diciembre de 2020

Necios

 Hemos asistido en este año maldito a la exaltación del necio. Y es que el necio no es un tonto cualquiera, el necio es un imbécil con voluntad de serlo, un bobo obstinado, un idiota  empecinado en el error en el sentido más grave que pueda haber: un tonto orgulloso de serlo, porque como dice la RAE (la RAE, no tu vecino) el necio, en puridad, es un ignorante que no sabe lo que podía o debía saber. O sea que pudiendo conocer la verdad de las cosas, prefiere ignorarlas, chapotear como un cerdo en el lodazal de  la  propaganda obscena, que abotarga, animaliza y solo nos ofrece pienso infame.

¿De qué hablo? De la pandemia, evidentemente. El que quiera saber, tiene los medios para informarse, el que quiera conocer, los libros que explican todo, o  las pocas webs que con orgullo e independencia buscan la verdad cada día.

El que no quiere informarse es un necio, porque pudiendo saber, o debiendo saber, baja la cerviz, y es feliz en el error. No quiere informarse, el rebaño le basta, la piara que conduce su jefe le satisface. Ha perdido la condición humana. 

De necios están los establos llenos.